A veces, se ha perdido gran parte de la capacidad de comunicarnos y sobre todo, ser generosos tanto con nosotros mismos/as como con los demás.
Es una parte que tenemos que empezar a rectificar y a trabajar.
Lo primero a tener en cuenta, es que muchas personas están acostumbradas a dar, a comprar, a buscar, cómo complacer a los demás, pero se olvidan de qué para poder llegar a un equilibrio, tienen que contar con la persona principal, que son ellos mismos/as.
Hay que aprender a ser generoso con uno mismo/a, tenerse en cuenta, parar a pensar que te apetece hacer, qué camino seguir, o simplemente cuando vas a elegir algo para alguien, acordarte también de ti mismo/a.
Pero una parte fundamental que hay que trabajar entre todos, es simplemente el dar gracias; que parece que esté mal visto o no tenga importancia.
Por ejemplo, estamos acostumbrados a decir: “perdón por llegar tarde”. Dando por hecho que la otra persona tiene que entenderlo, disculparnos y atendernos, todo eso con un buen trato y amabilidad.
En realidad, tendríamos que decir de entrada: “Gracias por esperarme” y a partir de ahí, dar la explicación que consideréis necesaria. Pero aquella persona ya de entrada, os ha dedicado su tiempo y su atención fuera del horario preestablecido.
Tenemos que aprender a agradecer las cosas, el tiempo, la ayuda y la atención de otras personas, dar valor a su trabajo o amistad y no escudarnos detrás de las excusas, porque para esa persona su tiempo también es valioso.
Son detalles insignificantes, pero que reforzarán nuestros lazos y también nuestra confianza.